No pretendo ser un especialista en tema de la paz. Sin embargo, por estos días que todos hablan y opinan de la materia, no me perdonaría el placer que produce esta tendencia.
El presidente Juan Manuel Santos, ha propiciado el acercamiento con las guerrillas de las FARC y alimentado las posibles negociaciones. Hoy por ejemplo, todos los medios de comunicación informan sobre los negociadores. Estos tendrán la invaluable tarea de presentar, sustentar y tratar de conciliar las diferentes posiciones políticas que lleguen a la mesa de negociación dándole prelación a algunos temas sobre otros.
No se encuentra en discusión si los colombianos quieren buscar la paz con estos grupos que actúan por fuera de la ley. Todos la queremos. Lo que parece haber son diferencias en cuanto al procedimiento que se utiliza.
Una de las críticas más radicales en cuanto al proceso proviene del expresidente Álvaro Uribe Vélez. No se trata de cualquier tipo de crítica o posición política, es la de un Ex jefe de Estado, conocedor del tema de la Seguridad en el País y quien manejó información privilegiada sobre el “conflicto armado” colombiano.
Aunque hoy en día los colombianos tendamos a olvidar, el expresidente recibió un país en el que la vías eran cerradas al anochecer, los secuestros eran el pan de cada día, los ataques a las poblaciones eran normales, las autoridades políticas municipales electas debían despachar desde la capital de la República, miles desplazados, asilados, amenazados, ejecutados y, para que no se me acuse de “uribista”, cerraré el párrafo diciendo: que adelantó un proceso con las denominadas AUC que tiene a sus principales “cabecillas” extraditados y no sentados en el Congreso de la República.
Esta es una posición que se extraña en la mesa de negociación. Representa un importante sector de la sociedad colombiana que no puede ser excluida. Aunque claro, afuera de la “negociaciones” también cumple una vital función cual es recordarle a las FARC que si ahora no toman la zanahoria el garrote está listo. |
